El Sentido Vital es aquel que nos informa del estado de nuestros órganos, resaltando a la conciencia cuando percibimos algún malestar o incomodidad. Un Sentido Vital bien desarrollado permite al niño/a percibirse en su propio cuerpo, lo que le entrega confianza en su corporalidad y sensación de intimidad e identidad. Esa seguridad permite la capacidad de diferenciar una dolencia leve de una importante y sentirse a uno mismo como una unidad.
Cuando este sentido no está bien desarrollado, el niño/a percibe un malestar corporal permanente, que lo lleva a estados de actividad constantes para escapar a esa sensación de desajuste. Esta inquietud constante desencadena tics nerviosos, hiperactividad y nerviosismo. El sentimiento que trasciende en este niño/a es el temor a no sentirse deseado.
El Sentido Vital se desarrolla a través del contacto afectuoso y presente con el niño/a, así como con la vivencia rítmica de la temporalidad diaria, semanal, estacional, anual, por medio de rutinas. Una rutina diaria llevada a cabo de manera coherente con las necesidades del niño/a, con horarios regulares de alimentación y sueño y entregando espacios de cuidado cercanos y presentes, se le brinda salud y bienestar al niño/a, así como confianza y seguridad en la existencia, que son al mismo tiempo, la base del Sentido Vital.
La rutina tranquiliza al niño, le da un centro, donde el Sentido Vital se fortalece, si es que es llevada de manera alegre y calma.
Referencias
Sobre los niños temerosos, tristes e inquietos. El trabajo sobre los sentidos basales en la infancia. Henning Köhler.
Los 12 Sentidos de Rudolf Steiner. www.tamarachubarovsky.com
Los 12 sentidos. Rudolf Steiner.
La integración sensorial y el niño. Jean Ayres.